- Dani, hijo.
- Dime yaya.
- ¿No te da cosa estar allá viviendo tú solo?
- No yaya, estoy bien, estate tranquila.
- Bueno, bueno. Yo lo que quiero es que estés bien.
Esta conversación puede que no venga a cuento, pero si os digo que fue la última conversación que tuve con mi abuela la cosa cambia, como el anuncio de El Cigala.
Mi abuela fallecía el domingo por la mañana a la edad de 91 años. Sobreviviendo a su marido, a su hermana y a su hijo mayor. Mi abuela enterró a casi toda su familia mientras los miembros más jóvenes nos hemos quedado a su lado para arroparla y hacer que su pérdida fuera más llevadera.
Mi abuela no solo era mi la madre de mi padre, era también la mía y la de mi hermana. Nos ha cuidado y nos ha educado como si fuéramos sus hijos, siempre hasta el final se ha preocupado por nosotros y prueba de ello es la conversación que he reproducido al principio de la entrada. Nos ha malcriado como sólo pueden hacerlo las abuelas y también nos ha regañado del mismo modo.
Tu casa era nuestra casa, siempre que mis padres se iban de viaje y nosotros éramos pequeños nos quedábamos contigo y con la mesita del comedor y su faldón nos pasábamos horas y horas mientras nos mirabas.
Ahora no estás, te has ido junto con el yayo Domingo y la tía Gregoria, junto con la abuelita Juana y el tío Víctor y a nosotros nos dejas aquí. Recordando los buenos momentos que pasamos en tu casa como cuando nos íbamos a la playa y volvíamos para la hora de comer y en galería nos limpiábamos la arena con la manguera (en aquella época no existían las duchas en la playa todavía). O aquella vez que me empeñé en pintarte la galería y tú me llenaste un bote con agua, me diste una brocha y yo más contento que unas castañuelas te decía que te pintaba las paredes XDDD
Recuerdo las Navidades en tu casa cuando de pequeños no podíamos contener los nervios porque llegara Papá Noel, ni tú tampoco por vernos la cara de felicidad, recuerdo cuando nos quedábamos mi hermana y yo a dormir y a mí me preparabas la cama plegable con el colchón hecho de trozos de espuma XDDD
Recuerdo también los momentos malos que te hice pasar por ser un cafre de pequeño, como la vez que me columpié de la cortina metálica y se me cayó encima, la vez que decidí colgarme de la lámpara de la salita o cuando me fui sin avisarte a la paraeta de un chico y tú te volviste loca buscándome (Todo esto es verídico). Para lo bueno y para lo malo siempre nos quisiste a todos, incluso a aquellos que luego te acabaron decepcionando, pero bueno, errar es de humanos y eso es lo que somos todos al fin y al cabo.
Y ahora te has ido casi sin hacer ruido, de buena mañana como si ya hubieras comprendido que tu momento se acercaba y no querías que te viéramos pasarlo mal, como si no quisieras enturbiar el buen recuerdo que todos guardamos de ti. Te has ido rápidamente y apenas hemos podido decirte adiós, pero al menos sabemos que te has ido con el recuerdo de todos nosotros reunidos a tu alrededor, rodeada de la gente que siempre te ha querido, de tu familia.
Quiero dedicarte esta canción, sé que el artista la compuso para honrar a su madre fallecida, pero bueno, ya he dicho antes que tú has sido mi segunda madre, espero que haya internet en el sitio donde estés:
Por siempre serás recordada en nuestro corazón, descansa en paz Josefa Leo Pérez. Si de verdad existe algo más, me consuela el saber que estás con buena compañía. Te quiero mucho.
un beso
ResponderEliminarEl cuerpo humano es imperfecto y perecedero. Es una máquina que se autorrepara, pero que envejece y se estropea hasta que llega un momento en el que deja de funcionar. Por ello la muerte es algo inherente al ser humano, pero también lo que lo hace tan particular: cada momento puede ser el último y eso implica que cada minuto que poseemos y cada vivencia que acumulamos es un tesoro que ni todo el oro del mundo podría llegar a comprar.
ResponderEliminarYo en concreto creo en Dios, pero si no creyese, me seguiría siendo imposible concebir al hombre sin un alma, sin esa existencia al margen de lo corpóreo que no sólo define una supuesta vida inmortal después de la muerte, sino la... presencia de gustos, la armonía musical, los sentimientos de amistad y amor. Para mí es imposible buscar una explicación lógica a todo ello. Aunque por encima de la evidencia de un alma en cada ser humano, parece cierto que esta va evolucionando y florecerá o se corromperá en función del devenir de los acontecimientos.
En su momento me dijeron que nadie era imprescindible, pero eso no es una verdad absoluta, sino una filosofía de vida. Hay muy poca gente que merezca la pena, pero esos pocos son los imprescindibles las personas que han contribuido a hacer crecer nuestra alma, a convertirnos en mejores personas, a enseñarlos lo que saben, a tendernos la mano cuando nos caemos, a ser nuestra compañía en los malos momentos o librarnos de las penurias que pasaron. Ésas son las que importan. Tu abuela para ti era una de ellas.
Por ello, y a sabiendas de lo mucho que te quiere, te invito a que le hagas el mejor homenaje que se le puede hacer a una persona. Compórtate siempre de forma que ella se sienta orgullosa de ti, que sienta que todo lo bueno que ella puso en ti ha dado sus frutos y que gracias a su trabajo, existe una persona digna de tal nombre en el mundo. Nunca te olvides que ella vive a través de ti y allá en el Cielo estoy convencido de que seguirá cuidando de ti y ayudándote siempre que necesites ayuda, aunque no puedas verla.
Un abrazo y recuerda, dale motivos para que en el más allá pueda sonreír.
No cabe duda que el amor acompaña su partida.
ResponderEliminarUn beso.